Clara se llama Aurora. Clara se llama Rosita. Clara se llama como tú y como yo. Clara escribe su propio cuento de hadas hasta borrarse, recortarse, intercambiarse y devenir, por lo tanto, eterna. Clara está conformada de partes sacadas de un huesario. De un nombre compartido. De palabras, de sentidos, de intenciones impuestas y de familias convertidas en tales a partir del manejo de sus propias princesas, regadas como piedritas por aquí y por allá. Clara se engargola los pies en zapatillas para bailar el vals de sus XVI años; el vals de un día a la vez, de un…