Nada en los poemas lésbicos de Yolanda Segura es solamente lésbico, y sobre todo nada lo es en los términos conocidos, aunque una íntima subversión compartida lata en cada salto de línea dislocada o fugaz, en cada miedo, cada vez que se quiebra la estética esperable del test de Kinsey, los turnos del amor, el masticado erotismo para abrir la posibilidad de otro paisaje, la atracción por la siguiente estancia. Poemas como ocho cerebros de pulpo y un corazón. Poemas como habitaciones sísmicas, las ciudades que no están fuera sino dentro, una combinación aleatoria de palabras en el slam de…